En todo el mundo se conmemoró el Día de la Tierra. Como cada 22 de abril, diversas actividades de movilización social y cultural que tuvieron como único objetivo informar y sensibilizar a la sociedad respecto del cambio climático.
La idea nació en 1970, a partir de la primera manifestación del Día de la Tierra, promovida por el senador norteamericano Gaylord Nelson. El objetivo, crear conciencian social en torno a los problemas medioambientales.
Treinta y siete años después, el fin no es muy distinto. En distintos lugares del planeta la ONG Greenpeace se encargó de recordar que el incremento de la temperatura global de apenas entre 0,3 y 0,6 grados centígrados, registrado desde 1750, ya logró que los glaciares de los polos terrestres comiencen a derretirse y que de mantenerse el actual volumen de emisiones de CO2, los expertos calculan que la temperatura del planeta podrá aumentar durante este siglo XXI hasta 4,8 grados centígrados.
La disminución de gases contaminantes también fue motivo de manifestaciones y pancartas. En Europa, las organizaciones ecologistas insistieron en que es “imprescindible” reducir las emisiones en los países industrializados en un 30% para el año 2020 y en un 80% para el año 2050 a fin de que la temperatura global no aumente más de 2 grados respecto a las temperatura preindustrial”.
En Chile, en plena Plaza de Armas de la capital, miembros del grupo Acción Ecológica destruyeron ampolletas incandescentes debido al grave daño a la Tierra que provocan estos aparatos. Según ellos, el alto consumo de energía de estas ampolletas constituye un daño innecesario al medio ambiente, por cuanto hoy en el mercado existen alternativas que consumen cinco veces menos electricidad.
Los ecologistas dijeron se requiere un compromiso del Gobierno y de empresas privadas para avanzar. “Las empresas privadas de distribución de energía incentivan, incluso mediante publicidad, conductas derrochadoras mientras el ministro de Economía, Alejandro Ferreiro, anuncia subsidios para pagar las cuentas de luz en vez de utilizar esos recursos para incentivar la eficiencia energética en los hogares de menos recursos”.
La idea nació en 1970, a partir de la primera manifestación del Día de la Tierra, promovida por el senador norteamericano Gaylord Nelson. El objetivo, crear conciencian social en torno a los problemas medioambientales.
Treinta y siete años después, el fin no es muy distinto. En distintos lugares del planeta la ONG Greenpeace se encargó de recordar que el incremento de la temperatura global de apenas entre 0,3 y 0,6 grados centígrados, registrado desde 1750, ya logró que los glaciares de los polos terrestres comiencen a derretirse y que de mantenerse el actual volumen de emisiones de CO2, los expertos calculan que la temperatura del planeta podrá aumentar durante este siglo XXI hasta 4,8 grados centígrados.
La disminución de gases contaminantes también fue motivo de manifestaciones y pancartas. En Europa, las organizaciones ecologistas insistieron en que es “imprescindible” reducir las emisiones en los países industrializados en un 30% para el año 2020 y en un 80% para el año 2050 a fin de que la temperatura global no aumente más de 2 grados respecto a las temperatura preindustrial”.
En Chile, en plena Plaza de Armas de la capital, miembros del grupo Acción Ecológica destruyeron ampolletas incandescentes debido al grave daño a la Tierra que provocan estos aparatos. Según ellos, el alto consumo de energía de estas ampolletas constituye un daño innecesario al medio ambiente, por cuanto hoy en el mercado existen alternativas que consumen cinco veces menos electricidad.
Los ecologistas dijeron se requiere un compromiso del Gobierno y de empresas privadas para avanzar. “Las empresas privadas de distribución de energía incentivan, incluso mediante publicidad, conductas derrochadoras mientras el ministro de Economía, Alejandro Ferreiro, anuncia subsidios para pagar las cuentas de luz en vez de utilizar esos recursos para incentivar la eficiencia energética en los hogares de menos recursos”.